EL PAÍS MÁS CALUROSO
Érase una vez un pueblo muy lejano donde la gente siempre tenía mucho frío,
allí nunca hacia calor. Pero a pesar de eso era una ciudad muy bonita. Tenía de
todo, unos jardines preciosos cubiertos de nieve, todas las casas eran muy
grandes y muy bonitas rodeadas de jardines con todo tipo de flores y de todos
los colores y todo con nieve. Pero ese pueblo tenía un problema, la gente
estaba siempre triste por que no podían salir a la calle y siempre estaban en
casa. Había un hombre que siempre intentaba que todo fuera mucho más alegre
pero nunca lo conseguía por que era todo el pueblo contra él. Él se llamaba Álvaro, y era un hombre muy divertido, alegre y
siempre estaba ayudando a los demás aunque tuviera 68 años. Siempre estaba
inventando cosas para que no estuvieran tristes todo el día pero por más que lo
intentaba nunca lo conseguía. Organizaba fiestas para todas las edades en
colegios, universidades, pabellones… o
cualquier sitio cerrado. Lo preparaba con todo lo que tenía pero, nunca iba
nadie. En el pueblo había un grupo de niños y un día uno de ellos, llamado Matías
dijo:
- Oye, porque no vamos a una de las fiestas de Álvaro ya que nunca
podemos salir.
Luego, Martín, que era otro de los niños lo pensó y dijo:
-
Vale, tienes razón, no parece un mal tipo.
María respondió:
-
Todo lo contrario, es muy divertido y alegre.
Rebeca dijo riéndose muy contenta:
-
Por probar no perdemos nada ¿no?
Matías exclamó:
-¡Muy bien a las 9:30 en el
pabellón del centro!
Todos respondieron:
-¡Vale!
Al día siguiente todos fueron y cuando llegaron Álvaro se puso muy
contento. Se quedaron a cenar y luego se fueron.
Al día siguiente fueron por todo el pueblo diciendo que había sido la
mejor fiesta de toda su vida. Así hasta que cada día iba más y más gente.
Al final eso se convirtió en una costumbre.
Durante años y años se siguieron celebraron hasta que un día en una
fiesta a Álvaro le dio un infarto, todo el mundo estaba pendiente de él. Le
llevaron a un hospital en el que estuvo 5 días.
Estaba bien, se recuperó un poco pero, después de 3 días empezó a
empeorar. Esa sala nunca estaba vacía, todos querían estar con él. Hasta que un día ya nadie pudo hacer
nada y dijo:
- Prometedme que siempre
seguiréis celebrando las fiestas y que haréis todo lo posible para que nadie
esté triste.
Un ciudadano dijo:
- Te lo prometemos pero, por
favor no te vayas. Tú has traido la alegría a este pueblo.
Álvaro le dijo casi muriéndose:
- Lo siento pero…
Y cerró los ojos. Ya nunca más los volvió a abrir.
Desde entonces todo el mundo estaba triste. Pero después de unos meses
el mismo grupo de niños citó a todos los ciudadanos en un colegio y les dijeron:
-
No podemos seguir así tenemos que seguir haciendo
las fiestas es lo que le prometimos a Álvaro y lo que le gustaría.
Uno de los ciudadanos dijo:
- Sí, pero sin Álvaro no va a ser lo mismo.
Rebeca dijo:
- Haremos una cosa, todos los años por esta fechas haremos una fiesta
en conmemoración de Álvaro.
Todos se fueron a sus casas.
Durante muchos años hicieron esas fiestas en conmemoración de Álvaro y
todos los días fiestas normales y muy divertidas.
Después de muchos años cuando los niños tenían ya 80 y algo de años se
murieron. En las calles pusieron los nombres de los niños y, claro, en la calle
principal el nombre de Álvaro.
Y desde entonces ese pueblo nunca más estuvo triste y nunca más hizo frío.
Sobre todo ese año el invierno fue más caluroso que el verano.
Y nunca olvidaron a Álvaro ni a los niños.
1 comentario:
Ha sido un cuento precioso. Me encantó cuando lo leímos en clase.
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